Mi querida misión
Ingresé a esta dimensión espacio-tiempo en el amanecer de un 30 de noviembre cuando el signo de escorpio ascendía y me ofrecía la tarea de aprender a través de la muerte y los cambios.Amo mi Sol y mi Luna Sagitario: ellos me inspiran, me impulsan y me apasionan a experimentar los misteriosos territorios de la Conciencia.
Una fuerte vivencia que se reveló paulatinamente afectaría directamente mi camino profesional.
A mediados de la década del 70 ,y por más de 15 años ,me dediqué y aboqué a la atención de niños y adolescentes. Esta primera etapa de trabajo fue muy enriquecedora: mi consultorio fue el espacio donde muchísimos chicos abrían su corazón y me permitían descubrir su sabiduría a partir de una resignificación intuitiva de su sintomatología.
Esta fuerte experiencia nutrió mi alma y años después la reconocí como parte escencial de mi camino de vida.
La Psicología tradicional se había vuelto muy teórica para enfrentar los desafíos cotidianos.
El plano mental cobraba gran preponderancia y alimentaba un proceso que me separaba irremediablemente del tan temido registro emocional.
Tantos años de estudios universitarios sobre esta materia, en contraposición con las vivencias que tenía paralelamente a mi instrucción, provocaron años después, un quiebre en mi mirada sobre la Psicología.
Así, mi apertura profesional y personal se volcó hacia la recién conocida Psicología Transpersonal y permitió que mi Conciencia se abriera de tal modo que posibilitó se confrontara con mis viejas creencias.
Mucho esfuerzo me costó la aceptación de estas ideas diferentes pues implicaba trascender las fuertes y arraigadas creencias que había sostenido hasta entonces.
Junto a un grupo reducido de profesionales ,a comienzos de los años 90 ,en un trabajo compartido de estudio, investigación y transformación, tuve la gran experiencia de encuentro con el Nuevo Paradigma Transpersonal.
Fue en este núcleo de ávidas almas que buscábamos acercarnos a una comprensión más sensible del Ser Humano, donde prendió la semilla de una nueva mirada y con ella, el horizonte que estaba buscando.
Una fuerte vivencia que se reveló paulatinamente afectaría directamente mi camino profesional.
A mediados de la década del 70 ,y por más de 15 años ,me dediqué y aboqué a la atención de niños y adolescentes. Esta primera etapa de trabajo fue muy enriquecedora: mi consultorio fue el espacio donde muchísimos chicos abrían su corazón y me permitían descubrir su sabiduría a partir de una resignificación intuitiva de su sintomatología.
Esta fuerte experiencia nutrió mi alma y años después la reconocí como parte escencial de mi camino de vida.
La Psicología tradicional se había vuelto muy teórica para enfrentar los desafíos cotidianos.
El plano mental cobraba gran preponderancia y alimentaba un proceso que me separaba irremediablemente del tan temido registro emocional.
Tantos años de estudios universitarios sobre esta materia, en contraposición con las vivencias que tenía paralelamente a mi instrucción, provocaron años después, un quiebre en mi mirada sobre la Psicología.
Así, mi apertura profesional y personal se volcó hacia la recién conocida Psicología Transpersonal y permitió que mi Conciencia se abriera de tal modo que posibilitó se confrontara con mis viejas creencias.
Mucho esfuerzo me costó la aceptación de estas ideas diferentes pues implicaba trascender las fuertes y arraigadas creencias que había sostenido hasta entonces.
Junto a un grupo reducido de profesionales ,a comienzos de los años 90 ,en un trabajo compartido de estudio, investigación y transformación, tuve la gran experiencia de encuentro con el Nuevo Paradigma Transpersonal.
Fue en este núcleo de ávidas almas que buscábamos acercarnos a una comprensión más sensible del Ser Humano, donde prendió la semilla de una nueva mirada y con ella, el horizonte que estaba buscando.
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